El mayor enemigo de la mujer es el infarto y sigue siendo un desconocido
El ataque cardiaco no es solo cosa de hombres. La sociedad sigue sin saber que es la primera causa de mortalidad en ellas y, desafortunadamente, no reconocen los síntomas, distintos a los del varón
Por Dra. Leticia Fernández-Friera
La primera imagen que nos llega a la cabeza cuando oímos las palabras ‘infarto de corazón’ es un hombre, probablemente de mediana edad, llevándose la mano al pecho con gesto de dolor y angustia. Pensaremos en nuestro abuelo, padre, hermano o amigo, pero probablemente esta primera imagen no la relacionamos con ninguna de las mujeres de nuestra familia o entorno.
«La realidad es diferente, las mujeres también son víctimas de la enfermedad cardiovascular, de hecho, es su primera causa de muerte»
Este primer pensamiento, casi como un reflejo, está relacionado con la idea que durante décadas se ha trasmitido en relación con el infarto, y en concreto con la cardiopatía isquémica, empezando por los estudios de investigación hasta pasar por nuestro día a día en la consulta o lo que transmiten las campañas de difusión en los medios de comunicación.
Hoy sabemos que la realidad es completamente diferente, las mujeres también son víctimas de la enfermedad cardiovascular. De hecho, es su primera causa de muerte, por encima de cualquier tipo de cáncer.
En 2019, fue responsable del 35% de las muertes totales en la mujer, frente al 3% del cáncer de mama.
Es el momento de dar a conocer las dimensiones del problema y los retos a los que nos enfrentamos en los próximos años. Las preguntas son: ¿cómo es posible que todavía no seamos conscientes de todo ello? ¿Cómo hemos llegado a este grado de desconocimiento?
Los factores de riesgo
Uno de los principales factores que condicionan el incremento de la enfermedad cardiovascular en la mujer es el cambio en los hábitos de vida. Factores de riesgo cardiovascular tradicionalmente relacionados con el hombre, como el tabaquismo o el estrés, se han incorporado a las mujeres. Es más, ya superan en porcentaje a los hombres que fuman.
Además, otros factores de riesgo específicos de ellas, como la preeclampsia o diabetes gestacional, que no se incluían hasta ahora en la estratificación del riesgo cardiovascular, empiezan a jugar un papel fundamental para establecer el riesgo real en la mujer. El momento de la posmenopausia es de especial vulnerabilidad desde el punto de vista cardiovascular, al reducirse los niveles de los estrógenos.
Sabemos que estas hormonas ejercen un efecto protector sobre las patologías cardiacas, al reducir los niveles del colesterol malo, aumentar el bueno, además de contribuir a mantener más controlada la tensión arterial y el metabolismo del azúcar. Este factor protector contribuye a retrasar las manifestaciones de la enfermedad cardiovascular 10 años con respecto al hombre.
Excluidas de los estudios
Estudios clásicos, ampliamente establecidos en la práctica habitual, han excluido a las mujeres, sin tener en cuenta las diferencias de género. Esto implica, por ejemplo, que los puntos de corte que se utilizan habitualmente para diagnosticar a una mujer como hipertensa sean iguales que en el hombre.
De hecho, la mayoría de las guías internacionales actuales siguen sin establecer claras diferencias por género, a pesar de las diferencias fisiológicas que existen entre ambos.
Por otro lado, las escalas de riesgo que se utilizan en la consulta sitúan a la mayoría de las mujeres en riesgo bajo de padecer enfermedad cardiovascular, ya que están basados en algoritmos clásicos que consideran, de forma sistemática, el género femenino como de bajo riesgo.
Retraso en pedir ayuda
Este hecho, junto a la falta de concienciación del problema, retrasa el momento de pedir ayuda o acudir al hospital. La mayoría de mujeres no reconocen que la enfermedad cardiovascular es una gran amenaza para ellas, según un estudio publicado en ‘Circulation’.
Todo ello impacta negativamente sobre el pronóstico, ya que cuanto más tardemos en tratar el infarto, más daños o secuelas quedan en nuestro corazón. Así lo reflejan los últimos estudios, que establecen que la mortalidad de un primer infarto en una mujer es hasta un 20% mayor que en el hombre.
«La mayoría de las guías internacionales actuales siguen sin establecer claras distinciones por género, a pesar de las diferencias fisiológicas»
Para evitar esta situación, los profesionales debemos de estar atentos a todas las señales de aviso antes de que se produzca el evento cardiovascular grave. Tener en cuenta las nuevas evidencias existentes sobre las diferencias de género, salirnos de los síntomas clásicos y pensar que la presentación de estos puede ser muy diferente en la mujer son clave para salvar vidas.
El objetivo es evitar infradiagnosticar e infratratar la enfermedad cardiovascular en ellas. En este sentido, las nuevas técnicas de imagen, como la cuantificación de calcio en las arterias coronarias mediante TAC o el estudio de arterias periféricas (arterias carótidas o femorales) con ecografía vascular, están ayudando de forma sustancial a la reclasificación de las mujeres en cuanto a su riesgo cardiovascular real y a actuar de forma más precoz.
Unidad de Prevención Cardiovascular en la Mujer
La consulta de prevención cardiovascular, bien establecida en nuestro entorno, debería cumplir un doble objetivo en la mujer. Por un lado, seguir el ejemplo de las revisiones ginecológicas y conseguir que las mujeres acudan a revisarse el corazón periódicamente, sobre todo a partir de los 50 años o en el periodo tras la menopausia, como establecen las nuevas guías europeas de prevención cardiovascular.
El segundo objetivo debe ser utilizar el momento de la consulta para concienciar a la mujer de lo que supone la enfermedad cardiovascular en ella y en su entorno cercano, y motivar hábitos cardiosaludables, porque la prevención puede evitar hasta un 80% de los eventos cardiovasculares.
Para cumplir este doble esfuerzo, ha surgido un concepto nuevo: Unidad de Prevención Cardiovascular en la Mujer, cuyo desarrollo va a permitir cambiar la historia natural de la enfermedad cardiovascular en ellas a nivel poblacional y va a permitir un seguimiento individualizado en cada una.
Debemos evitar que todo nuestro trabajo se quede en nuestras consultas y unidades; tenemos que llegar más lejos y crear campañas de concienciación. Realmente no es una idea nueva, pero sí el momento de luchar por ella en nuestro medio.
La Sociedad Americana del Corazón ha sido pionera al iniciar en el año 2004 la campaña Go Red for Women, dirigida a concienciar al mundo de la importancia de la enfermedad cardiovascular y crear hábitos de vida saludables entre las mujeres.
Tenemos claro que es el momento de actuar juntos, la ciencia ha tomado conciencia de ello y los profesionales están cambiando la forma de enfocar la enfermedad cardiovascular en la mujer, gracias a los nuevos estudios publicados y a las nuevas líneas de investigación.
Por su parte, los medios de comunicación y las campañas de concienciación son clave para llegar a cada rincón e impulsar un cambio en la sociedad sobre la repercusión de la enfermedad cardiovascular en la mujer.
La Dra. Leticia Fernández-Friera es fundadora de la Unidad de Cardio-Mujer en Atria Clinic y en HM Hospitales y directora de la Unidad de Imagen Cardiaca en HM Hospitales. Es investigadora sénior posdoctoral en el CNIC. Se ha especializado en imagen cardiaca avanzada tras tres años en el Massachusetts General Hospital de Boston y en el Mount Sinaí Hospital de Nueva York. Sus principales líneas de investigación son la aterosclerosis, con especial interés en la enfermedad cardiovascular de la mujer; la prevención y la imagen cardiaca, lo que se ha visto reflejado en más de 100 publicaciones y 10 becas de investigación competitivas, siendo principal investigadora del proyecto de mujer WAKE-UP. Además, está implicada en múltiples actividades de difusión para concienciar de la importancia de la enfermedad cardiovascular en la mujer.
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