“Las mujeres debemos ir a revisiones cardiacas, igual que hacemos con las ginecológicas”
Las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte en mujeres en Europa debido, entre otras cosas, a la falta de concienciación y a la escasa representación femenina en los ensayos clínicos. Esta investigadora se ha puesto al frente de un estudio en el que van a participar 240 voluntarias españolas para promover hábitos saludables y fomentar el uso de las técnicas de imagen en su prevención.
La cardióloga Leticia Fernández-Friera —nacida en A Coruña en 1977, pero criada en Gijón— es especialista en ecocardiografía e imagen avanzada, como la tomografía y la resonancia magnética cardiaca. Se formó en estos campos en el Hospital General de Massachusetts, la Facultad de Medicina de Harvard en Boston, y en el Hospital Monte Sinaí de Nueva York, entre otros.
Entre sus principales líneas de investigación destaca el estudio de la aterosclerosis, con especial interés en la prevención de la enfermedad cardiovascular de la mujer y las técnicas de imagen no invasivas. Sus estudios se han publicado en revistas como Nature, New England Journal of Medicine, JACC, Circulation y la Revista Española de Cardiología.
En la actualidad, dirige la Unidad de Imagen Cardiaca en el grupo HM Hospitales, al tiempo que trabaja como investigadora clínica en el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC). Además, es profesora asociada de la Universidad CEU-San Pablo y coordinadora del programa de salud cardiovascular de la mujer en Atria Clinic.
Con el objetivo de mejorar la salud cardiaca femenina e impulsar la prevención, la experta se ha puesto al frente del estudio WAKE UP, cuyo acrónimo procede de Women´s health: an imAging-based cardiovascular risK-rEdUction Program. Fernández-Friera opina que, aparte de la infrarrepresentación femenina en los ensayos clínicos, “existe un problema de educación y una falta de concienciación social del alcance de la enfermedad cardiovascular en la mujer”.
“Las participantes de WAKE UP podrán ver directamente la placa de colesterol en sus propias arterias, así seguramente los cambios en sus hábitos serán más efectivos”
¿Cuál es el objetivo del proyecto WAKE UP?
Queremos promover la salud cardiovascular de la mujer y fomentar cambios apropiados en su estilo de vida. Para ello, vamos a utilizar tecnología de imagen no invasiva, como la ecografía vascular, una técnica sencilla, de bajo coste y perfil inocuo, que se realiza también en el cribado del cáncer de mama y en las embarazadas.
La imagen de ecografía vascular para la detección de aterosclerosis proporciona evidencia visual del propio estado de la salud arterial y, lo que es más importante, de la presencia de la placa de aterosclerosis. Esto es interesante para la concienciación, ya que al poder ver las participantes directamente la placa de colesterol en sus propias arterias, seguramente los cambios en sus hábitos serán más efectivos.
¿Con qué apoyos cuenta?
Este proyecto cuenta con una financiación de 103.000 euros por parte del Instituto de Salud Carlos III y con la colaboración de la Fundación Pro CNIC, la Fundación Mapfre, La Universidad CEU-San Pablo y la Complutense, así como del grupo HM Hospitales.
¿Cuándo se iniciará el estudio?
En octubre de este año y se prolongará hasta diciembre de 2023. Contamos hasta el momento con 120 voluntarias y nos queda la otra mitad por reclutar, pero el ritmo es bueno, incluiremos a cinco por semana y tenemos todo el 2022 para lograr llegar a las 240 que necesitamos. Las participantes serán mujeres sin enfermedad cardiovascular con edades comprendidas entre los 18 y 70 años. Y han de tener al menos un factor de riesgo cardiovascular, como diabetes, tabaquismo, colesterol alto, obesidad, sedentarismo, síndrome metabólico, preemclapsia u otros problemas en embarazo, alimentación inadecuada, enfermedad autoinmune y familiares jóvenes con infarto.
“El estudio incluye una ecografía vascular no invasiva de las arterias carotideas y femorales a 180 participantes para comparar los resultados frente a otra muestra de 60 mujeres a las que no se les realizará la prueba”.
Las pruebas se realizarán en el CNIC y nuestro equipo multidisciplinar está formado por cardiólogos, estadísticos, técnicos de imagen y biólogos.
¿Cómo se va a desarrollar?
Comprende dos visitas de las participantes, una basal para abordar la salud cardiovascular y otra a los seis meses, con el fin de valorar cambios en el conocimiento de estas enfermedades y en los hábitos de vida. En la primera visita se realizarán cuestionarios validados para evaluar la percepción del riesgo de estas dolencias, así como la existencia factores de riesgo, según escalas tradicionales. Se les preguntará sobre dieta, tabaquismo, actividad física, patrones psicosociales y de sueño, estilo de vida familiar y factores reproductivos. También mediremos la presión arterial, el peso y la altura y se realizará una extracción de sangre, para analizar la glucosa, el colesterol, el perfil hormonal y el inflamatorio.
Además, realizaremos una ecografía vascular no invasiva de las arterias carotideas y femorales a 180 participantes para comparar los resultados frente a otra muestra de 60 mujeres a las que no se les realizará la prueba. A los seis meses, se hará seguimiento para evaluar los cambios en el estilo de vida, a través del índice de riesgo Fuster-BEWAT.
“En el hombre, los infartos suelen manifestarse como dolor de pecho y brazo, mientras que en ellas los síntomas son más atípicos, con dolor en la espalda, en la mandíbula, falta de aire o náuseas. La mortalidad femenina tras un primer infarto es un 20 % mayor que en hombres”.
¿Qué esperáis obtener con esta iniciativa que lideras?
Buscamos concienciar a la sociedad de la importancia de estas enfermedades en la mujer, que hoy en día son la primera causa de muerte de las mujeres. De hecho, en Europa el índice de mortalidad de mujeres por estas dolencias es del 49 %, mientras que por cáncer de mama es del 3 %.
También nos hemos propuesto poner de relieve la importancia de la prevención. Es importante que nos revisemos el corazón, al igual que hacemos revisiones ginecológicas; y que sepamos reconocer los síntomas del infarto femenino, que son distintos de los de los hombres.
¿En qué sentido son diferentes estos síntomas en hombres y en mujeres?
En el hombre, los infartos suelen manifestarse como dolor de pecho y brazo, mientras que en las mujeres los síntomas son más atípicos, incluyendo a menudo dolor en la espalda, en la mandíbula, falta de aire o náuseas. Ahora que vamos descubriendo estas diferencias, se podrán diagnosticar de forma más precoz infartos en la mujer y mejorar las estadísticas.
Además, el infarto en la mujer muchas veces es peor que en el hombre, con un pronóstico malo a corto plazo. El problema es que ellas acuden al hospital mucho más tarde. Tienden a aguantar más el dolor o no lo reconocen como algo importante. Es decir, desde que empiezan a notar los síntomas hasta que acuden a la consulta o a urgencias pasa más tiempo; entonces, el músculo cardiaco está más tiempo sin oxígeno, por lo que llega en peores condiciones. Por eso, la mortalidad tras un primer infarto en la mujer es un 20 % mayor que en los hombres.
“Las mujeres han sido excluidas de la mayoría de ensayos clínicos de enfermedad cardiovascular en la suposición errónea de que los factores de riesgo y las recomendaciones de estilo de vida son similares para hombres y mujeres”
¿Qué es lo que falla?
Existe un problema de educación y una falta de concienciación social del alcance de estas enfermedades en la mujer. Esto conlleva que no se realice una valoración precisa del riesgo cardiovascular femenino y se ignoren los factores de riesgo específicos.
Las campañas de cáncer de mama han sido muy exitosas, así como las del corazón en la mujer en Estados Unidos. Sin embargo, en nuestro entorno, todavía no hay suficiente conciencia del problema de la enfermedad cardiovascular femenina, faltan estudios para mejorar la situación y no existen campañas establecidas.
Las estrategias actuales para controlar los factores de riesgo, como la hipertensión arterial, la diabetes, el tabaquismo, la obesidad o el colesterol elevado no están funcionando, por lo que debemos desarrollar estudios de investigación que nos ayuden a controlar uno de los problemas más importantes del mundo occidental. Y también, específicamente, la enfermedad cardiovascular en la mujer.
¿Está relacionada esta infravaloración del riesgo cardiovascular en mujeres con el sesgo de género de los ensayos?
Sí, ya que todos los esfuerzos en el ámbito de la prevención y el manejo terapéutico se han orientado tradicionalmente hacia el género masculino. Las mujeres han sido excluidas de la mayoría de ensayos clínicos de enfermedad cardiovascular en la suposición errónea de que los factores de riesgo y las recomendaciones de estilo de vida son similares para hombres y mujeres.
Sin embargo, la estratificación del riesgo es especialmente difícil en las mujeres, dado que la mayoría se clasifican en bajo riesgo de padecer una enfermedad cardiaca solo por ser del sexo femenino. Como resultado, son significativamente menos propensas a recibir una pauta adecuada de prevención. Además, el riesgo en mujeres está influenciado por factores específicos, como hormonas, complicaciones del embarazo, menopausia temprana, etc. Aunque estos factores se han relacionado con la aterosclerosis acelerada y menor supervivencia, no se incluyen en la evaluación tradicional del riesgo.
Las diferentes manifestaciones clínicas entre sexos conducen a que la enfermedad esté infradiagnosticada y su gravedad subestimada en las mujeres, lo que resulta en un manejo inadecuado y mayor mortalidad.
“Nuestro propósito es obtener información científica que nos permita profundizar en las enfermedades cardiovasculares en la mujer, muy poco exploradas hasta ahora, y encontrar herramientas de prevención que permitan su detección antes de que se produzca el daño”
¿Cómo puede ayudar el proyecto WAKEUP a cambiar el panorama?
Nuestro propósito es obtener información científica relevante y novedosa que nos permita profundizar en las enfermedades cardiovasculares en la mujer, muy poco exploradas hasta ahora, así como encontrar nuevas herramientas de prevención que permitan su detección antes de que se produzca el daño cardiaco.
En este ámbito queda mucho por hacer. La mujer se ha incorporado a la vida laboral, asume múltiples tareas, ha aumentado la tasa de tabaquismo, tiene un mayor desconocimiento de los síntomas del infarto o el ictus, aguanta más el dolor, todo lo cual la hace más vulnerable. Por ello, es tan importante promover estudios que nos ayuden a mejorar la educación y la salud de nuestro entorno. Unirnos todos es crucial para cambiar las cosas, así como a educar a nuestra sociedad en estos problemas, tanto a hombres como a mujeres.
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