La anticoagulación es un tratamiento médico utilizado para prevenir la formación de coágulos sanguíneos o trombos en el sistema circulatorio. Los coágulos pueden ser peligrosos, ya que pueden bloquear el flujo de sangre en las arterias o venas, lo que puede llevar a eventos graves como un infarto de miocardio, un accidente cerebrovascular (ACV) o una trombosis venosa profunda (TVP).
La importancia de la prevención radica en identificar a las personas con alto riesgo de formar coágulos, como aquellas que han tenido eventos previos de trombosis o que tienen ciertas condiciones médicas que aumentan la tendencia a la coagulación sanguínea. El acceso a la anticoagulación, bajo la supervisión y prescripción médica adecuada, puede ser crucial para evitar la formación de coágulos y reducir el riesgo de complicaciones asociadas.
La anticoagulación se utiliza comúnmente en personas con enfermedades cardíacas, especialmente aquellas que han tenido un infarto de miocardio, una arritmia cardíaca, una prótesis valvular o que tienen fibrilación auricular. También se puede administrar en casos de trombosis venosa profunda o embolias pulmonares.
Los programas que se enfocan en la promoción de una buena salud cardiovascular y la identificación temprana de personas con riesgo de formar coágulos pueden ayudar a prevenir complicaciones graves relacionadas con coágulos sanguíneos. Además, es esencial educar a los pacientes sobre el manejo adecuado de la anticoagulación y la importancia de seguir las indicaciones médicas para garantizar un tratamiento seguro y efectivo.